En 1884, dos joyeros de
la familia Masriera erigieron un taller en el centro de la entonces reciente
traza Cerdà, desde 1860. Siendo apenas la segunda edificación de la manzana, la
construcción, con la apariencia de un templo romano, dominaba el espacio. Poco
antes, en el espacio del foro de la antigua Barcino, cerca de la Plaza Sant
Jaume, se habían descubierto los restos del antiguo Templo de Augusto, del que
adopta el orden corintio del pórtico. Dos otros referentes del edificio son,
arquitectónicamente, la Maison Carrée de Nimes y, conceptualmente, el Taller de
Marià Fortuny en Roma.
El autor del proyecto fue
el arquitecto Josep Vilaseca i Casanovas, que ha pasado a la historia por
construir otros edificios tan emblemáticos para la ciudad como el Arco del
Triunfo, en el Paseo Lluís Companys, o La casa de los Paraguas, en Las Ramblas.
Vilaseca diseñó un edificio neoclásico, un templo con un pórtico hexástilo; con
seis columnas corintias y un frontón triangular, sobre un podio de 1'5m de
altura. El templo estaba custodiado por dos esculturas encargadas a Josep
Reynés, una de Marià Fortuny, y otra de Eduardo Rosales. Actualmente, estas
esculturas han desaparecido. En sus orígenes, la reja de acceso al edificio era
una reproducción exacta a la del templo de Erecteión de Atenas.