El Teatro Español es el único teatro existente en Madrid que se asienta donde antes hubo un
corral de comedias, el Corral del Príncipe (1583-1745). Un proceso de más de cuatro siglos de
historia cuya imagen resultante amalgama procesos complejos que comienzan con la
construcción del Coliseo a la italiana bajo proyecto de Juan Bautista Saqueti en 1745.
La delimitación actual de la propiedad del edificio es fruto de un proceso de apropiación de las
parcelas históricas de la manzana del entorno de la parcela del corral de comedias. Del
espacio primigenio se tiene ya otro acceso por la calle del Prado, originariamente una entrada
alquilada para el acceso de las mujeres a la cazuela y posteriormente adquirido y añadido en el
proyecto de Juan de Villanueva (1805). Ese mismo proyecto incluye la ampliación hacia la calle
del Lobo (actual Echegaray) detrás del escenario y en la casa contigua de la calle del Príncipe
donde se añade el café. En las reformas de 1929 crece de nuevo con una casa en la calle
Echegaray y otra en la de Manuel Fernández y González para situar los camerinos. La última
gran ampliación se produce en 1995 con las obras ejecutadas por Andés Oñoro y Enrique
Ortega donde se termina de ocupar la manzana en el encuentro de la calle del Príncipe con la
de Manuel Fernández y González.
La sala principal hereda la traza del primer teatro a la italiana de 1745. Actualmente tiene un
aforo de 740 localidades repartidos en cuatro pisos de palcos (los palcos de la Clá serían el
quinto y hoy día se usa como espacio técnico) y el patio de butacas, sobre el que preside la
araña, gran lámpara central. Tanto la araña como el telón fueron construidos tras el incendio
de 1975, en la restauración de Lucio Oñoro. El teatro tiene otros espacios anexos al escénico
particulares como el Balconcillo de los Frailes, el Salón del té, el Salón de Tirso de Molina, el
Parnasillo o el Espacio Andrea D’Odorico (sala de exposiciones de la última ampliación).
Asimismo, en el 2005 se adapta el Café inaugurado en 1995 como sala, es la actual Sala
Margarita Xirgú de 107 localidades de aforo.
En la fachada principal, el cuerpo de la sala principal, el histórico cuya decoración se termina a
mediados del siglo XIX, se refleja con una composición cerrada en sí misma y con un claro
énfasis en su simetría axial. Un zócalo de altura se encarga de alojar los numerosos accesos
necesarios para el correcto funcionamiento de la sala principal, mientras que, sobre él, se
asienta un cuerpo superior monumentalizado que agrupa a las dos plantas altas articulándose
con un orden gigante. El cuerpo septentrional, sin embargo, se encarga de cobijar los espacios
de servicio que se le fueron añadiendo al teatro desde principios del siglo XIX con la
intervención de Villanueva, repitiendo las formas de la fachada histórica con matices primero
en 1929 y ampliada nuevamente en 1995.
La percepción urbana desde la plaza de Santa Ana de este teatro emblemático para la ciudad
de Madrid no se produjo sino tras un proceso largo que tiene como hitos el derribo del
convento de Santa Ana en 1810 en época de José I Bonaparte y la demolición de la hilera de
viviendas en 1868 que sirve para dejar el espacio abierto actual frente al teatro, dando un
fuerte protagonismo a este.
Actividad
Desde que se construye el Coliseo del Príncipe en 1745, salvo excepciones generalmente por
grandes reformas que citaremos, ha tenido un uso constante como espacio escénico con una
programación de gran protagonismo en la escena a nivel estatal.
No tenemos muchos testimonios documentales del primer Coliseo ni de posteriores
intervenciones, como las referidas a la renovación de la fachada de 1767. En este primer
coliseo se estrenan las grandes obras neoclásicas españolas tales como “La comedia nueva” de
Leandro Fernández de Moratín en 1792.
El edificio sufre su primer gran incendio en 1802. Queda inutilizable y se le encarga a Juan de
Villanueva la reconstrucción, que este parece ajustar a las trazas de los muros del edificio de
Saqueti. Queda en pleno funcionamiento en 1807. Durante el primer periodo después de la
reconstrucción no se programan apenas obras originales de relevancia.
La primera mitad del siglo XIX el edificio tiene varias reformas reseñables como las de
consolidación y ornato de 1815 y otras que adaptan la tipología de la sala como las de 1840 y
1841 donde se suprime la cazuela y se incorporan las butacas del patio. También en 1845
interviene el arquitecto Juan José Sánchez Pescador y en 1849 donde se realizan nuevas
reformas de la sala.
En este periodo, reinando Fernando VII se programan algunas obras de gran éxito de público
como “La pata de cabra” de Juan Grimaldi o “A la vejes viruelas” de Bretón de los Herreros en
1824 por citar algunos ejemplos. No es sin embargo hasta el periodo de apertura a las ideas
liberales cuando el teatro tiene un periodo prolífico con los estrenos de obras notables como
“Don Álvaro o la fuerza del sino” del Duque de Rivas en 1935, “El trovador” de García Gutiérrez
en 1836, “Los amantes de Teruel” de Hartzenbusch en 1837 o una no estrenada ahí (algo
excepcional) como es el “Don Juan Tenorio” de Zorrilla en 1844, que se estrena en el Teatro de
la Cruz.
En 1849 se nacionaliza el teatro y pasa a denominarse Teatro Español, un proyecto que fracasa
recuperando su nombre anterior. En 1868 a la vez que se interviene de nuevo en el teatro
destancando la decoración de fachada, se vuelve definitivamente a nombrarlo como Teatro
Español. ura la fachada, y algunas partes del interior. En 1874 se realizan obras en la
embocadura . Pasan por él los que se consideran los grandes dramaturgos de su tiempo,
manteniendo una actividad variable pero continua.
En el año 1887 se declara el edificio en ruinas y lo adquiere Ramón Guerrero, padre de la actriz
María Guerrero, que rechaza la demolición y realiza las reformas en 1895 en todo el teatro y
que son causa directa de alguna de las ornamentaciones de la sala actual tales como las
barandillas.
En el primer tercio del siglo XX actúan actrices y actores como María Guerrero, Enrique Borrás,
Ricardo Calvo o Margarita Xirgú, esta última estrena en el Español a finales de 1934 “Yerma”
de Federico García Lorca.
En el siglo XX destaca las reformas y ampliación de Pablo Aranda, Enrique Colás y, fallecido el
primero, Luis Bellido (1925-1929), en la que se reforma el teatro de manera integral, se
demuele y construye una nueva Casa de la Contaduría (el Café) con un lenguaje que marcará la
fachada de la ampliación de 1995 y se amplia hacia la calle Echegaray y la calle Manuel
Fernández y González.
En 1931 se produen cambios decorativos promovidos por la República y salvo algunas
intervenciones menores como las de 1950 y 1974, no tiene intervenciones reseñables hasta
que sufre un nuevo gran incendio en 1975 que afectó al entorno del escenario. Con proyecto
de Lucio Oñoro se construye una cubierta metálica y se amplia el foso y contrafoso.
La última intervención de mayor relevancia se produjo en 1995 con la ampliación ya
mencionada de Andrés Oñoro y Enrique Ortega.
En los últimos tiempos el Teatro Español, de propiedad municipal, ha ampliado su marca a
otros espacios escénicos con las Naves del Español en Matadero y con una programación de
distinto enfoque escénico.